29 noviembre 2010

Miedo al compromiso...

Muchas personas desean encontrar una pareja y establecer una relación sólida pero por otra parte, les da miedo adquirir un compromiso.

Existe la teoría de que los seres humanos crecemos bajo un vinculo sentimental, desde niños somos parte y pertenecemos a una familia; en la adolescencia, somos parte de un grupo de amigos; en la juventud, las relaciones de pareja van tomando ese mundo del vinculo emocional. El proceso de evolución sentimental en el ser humano. Visto con estos antecedentes, parece que el compromiso sentimental es un camino programado y fácil de seguir, pero en realidad es un aprendizaje complejo, difícil y por el cual nos debemos esforzar mucho.

Para empezar vamos a definir que en la infancia el vínculo amoroso esta dirigido hacia los padres, hermanos y entorno familiar.

En la adolescencia este vínculo se ve ampliado con lo que llamamos “grupo de iguales o grupo de pares”, en el cual se busca la cercanía, compañía y el placer con los amigos.

Al llegar a la juventud, se empieza a despertar la necesidad de compartir las experiencias con una pareja, se empieza en el primer noviazgo donde ya existen sentimientos y deja de ser un juego el estar con otra persona, consideramos ya el vinculo amor hombre – mujer, o en su caso amor entre personas del mismo sexo (el amor entre homosexuales y lesbianas se da de la misma manera). En muchas ocasiones, se entra en conflicto con uno mismo ya que existe la necesidad de divertirse y estar con los amigos y de la misma manera se presenta la necesidad de estar con la pareja. Es el momento en que las personas empezamos a tomar decisiones y aprender a establecer prioridades en las relaciones con otras personas y desarrollamos mas las capacidades de  compartir y organizar los gustos, aficiones e intenciones sobre la vida.

En la entrada a la etapa de la madurez (25 a 30 años). El foco de motivación se centra principalmente en encontrar una pareja, o en consolidar la vida en pareja a través del matrimonio o la unión. Muchas personas desean encontrar una pareja y establecer una relación formal, pero por otra parte, les da miedo adquirir un compromiso y esto va a causar mucho malestar y conflicto en la interacción con otras personas.

El miedo surge ante la expectativa de cambio y a la adaptación a una forma de vida diferente. Además debemos reconocer que actualmente los mensajes que nos dan o que damos sobre el tener una pareja son mensajes que conllevan una valoración negativa, que resta en la vida, es decir, existen más cosas que perdemos de las que ganamos. Las consecuencias de la presencia del miedo es no poder concretar una relación firme o estable con una persona. Es importante destacar  que esto no es gratuito o que existen personas que lo hacen con el firme propósito de lastimar a otros, más bien es un factor provocado por un desequilibrio entre lo que vamos a afrontar y los recursos de que se dispone para hacerlo. Estamos ante la situación en la cual parece que lo que tenemos no es suficiente, sea económico, emocional o psicológico.

Es necesario comentar que cualquier persona que ignora sus capacidades, presentará miedo ante situaciones que requieren de compromiso, como puede ser ante un trabajo, una familia, una deuda económica o una pareja y aparecen los temores e inseguridades que lo hacen más frágil y débil ante las circunstancias. En estos casos, la persona tiende a huir porque no sabe como responsabilizarse o enfrentarse ante las adversidades y por lo tanto deja las cosas abandonadas, sea su propio empleo, su pareja y sus proyectos de vida.

Pero y ¿cómo distinguir a una persona con miedo consolidar una relación de pareja?

Por lo general son personas que temen el compromiso consigo mismos, con su autonomía, les asusta ser responsables de sus actos y consecuencias, de tomar decisiones, de expresar sus opiniones, lo cual se trasforma en una personalidad que en un principio fácilmente se adapta a todo y posteriormente entra en conflicto rápidamente y acusa a los demás o a las circunstancias de lo que le pasa. Son personas que desde pequeñas no estuvieron en contacto con su autonomía y responsabilidad. La familia tiene un papel fundamental en la formación de estos recursos y capacidades, los cuales por muchas razones se ven limitados desde la infancia, como pueden ser desde la sobre protección del menor, hasta su abandono por parte de sus padres los factores que mas se presentan en estas tipo de personas.

Por otro lado, las personas que ha aprendido a establecer normas rígidas, por que así se las impusieron, lo van a hacer también con su pareja, sus hijos y  el resto de personas que les rodean. Son exigentes al momento de compartir, dar y recibir del otro, ya que siempre están esperando mas de lo que dan, son sobre demandantes y en el momento que la relación no siga el curso esperado, vendrá la frustración y la ruptura sin dar posibilidad de cambio, y casi siempre culparán a la pareja por lo sucedido. Esta rigidez los lleva a una necesidad psicológica de tenerlo todo siempre controlado y pierden la ubicación rápidamente si sienten que pierden el control y lo tratan de recuperar a costa de lo que sea. Lo paradójico del asunto es que el control se pierde en el momento que se comparte con una pareja y aparece entonces la inseguridad y el miedo que provoca angustia y frustración y por ende, tienden a evitar relaciones con personas que no logran controlar. Sus principales mensajes son sobre el como debe actuar la pareja, como se debe vestir, como deben llevarse las relaciones con la familia, quienes deben ser sus amigos, etc.

Existen otras personas, que tienen dificultad para expresar sus emociones, son personas introvertidas, que están muy condicionadas a reprimir sus sentimientos y a expresarlos.  Son personas que tienen pensamientos sin necesidad de profundizar mucho y sostienen conversaciones que tienden a ser superfluas para no mostrar sus inseguridades y sentirse inferiores, son los que  popularmente llamamos “acomplejados”. Estas son personas que siempre encuentran “peros” para todas las cosas y para todas las personas, así como a las situaciones que tienen que ver con el establecimiento de una relación. También es muy común que el nivel de exigencia de estas personas sea muy elevado. Mantienen sus expectativas muy altas para otras personas, lo cual inconcientemente les sirve para que ninguna pareja consiga alcanzarlo. Son personas que siempre están dudando de sus parejas, nunca están seguros si es la pareja la persona indicada, o en muchos de los casos intentan justificar sus dudas con acciones que no necesariamente son ciertas, como por ejemplo, decir que sus parejas les son infieles o que prefieren a otras personas que a ellos, así sea la propia familia de la pareja, siempre van a encontrar una “falla en el actuar de su pareja”. Son personas que no se conocen a si mismas y esta falta de conocimiento hace que se busque justificación a la propia inseguridad y temores, culpando a sus parejas. Como no se están preparados para comprometerse, buscan las fallas en su pareja o amigos para aliviar sus malestares y lograr comprobar que la causa del fracaso es que la otra persona no es la adecuada y de esta manera evaden sus responsabilidades fácilmente. Por lo regular el resultado en la relación de pareja es el rompimiento debido a la falta de estabilidad y por no poder ejercer el control absoluto de la relación.

El factor común en este tipo de relaciones es el miedo que provoca el  compromiso, y esta es una emoción que aparece cuando se percibe una situación de amenaza y peligro, aunque no sea real.

Si requieres ayuda porque te identificas, escríbenos Alguien te AMA


18 noviembre 2010

Es que... L@ quiero...


- Pero... ¿por qué?.

- Eso ya lo habíamos hablado hace mucho...

- Ok.



Y empieza de nuevo la historia sin fin, aquella donde las cosas que "ya se habían hablado" cambian de contexto, de sabor, de color y finalmente nunca quedaron claras o ya caducaron.

En ocasiones, pareciera que cuando se mezclan sentimientos profundos en las relaciones humanas, ya sean amistosas o amorosas, las cosas se complican cuando hay que ser objetivos... ¡Vaya ironía! siempre dicen "cuando hay cariño todo es más fuerte, todo se puede solucionar", pero en la acción nunca es así. Al contrario, comienza uno a pensar "es que l@ quiero, debo ser más paciente" o "si no l@ quisiera todo sería más fácil", o el típico "es que somos amigos de tantos años"; y entonces comienzas a dejar pasar cosas que no te laten, que no estabas de acuerdo y comienza a crecer la bola de nieve cargada de futuras discusiones. ¿Cómo ser objetivos entonces con lo que se ve?, ¿cómo tomar las decisiones correctas?... sí, estamos en terrenos peligrosos y arenas movedizas ya que muy difícilmente las decisiones que tomemos corresponderán con lo que deberíamos, lo que es saludable mentalmente, y no me refiero al "deberíamos" como una obligación, sino a lo que debemos escoger por nuestro bienestar, lo que si nos va a hacer bien. Por el contrario, decidimos y dejamos que nuestro corazón elija antes que nuestro cerebro. 

Definitivamente querer puede complicar las cosas, pero también puede ser un arma a favor de una relación, sobre todo cuando a quien más se quiere es a uno mismo. Si tomamos las decisiones pensando en lo que es conveniente para que la otra persona no se vaya y nos abandone porque "l@ quiero mucho", estamos decidiendo a favor de la codependencia y esa discusión inicial seguirá sonando una y otra vez por mucho tiempo porque no se le está dando solución al problema de origen. Si por el contrario, pensamos en lo que es mejor para un@ mism@, lo que nos hace bien, lo que vale la pena; si se pone en la balanza la situación pensada con la solución pensada por la otra persona (quien obviamente debe pensar en si mism@ primero), sabremos si de verdad vale la pena seguir adelante y evitar discusiones futuras sobre el mismo tema, porque éstas desgastan cada vez más la relación y no generan un ambiente óptimo para que ambos se desarrollen, crezcan, se fortalezcan y se nutran a la par. 

Abandonemos la anticuadísma fórmula del "amor sacrificado"... dejémoslo para nuestras tatarabuelas que ya están en su santa gloria. EVOLUCIONEMOS, HABLEMOS CLARO Y EMPECEMOS A CREAR ACUERDOS.